El Peugeot 106 Rallye se encuentra entre ese puñado de modelos que marcaron a fuego los años 90 y que todo entusiasta del motor seguramente recordará. Se trataba de una suerte de «coche proyecto» que Peugeot ofreció en dos diferentes versiones, una de ellas con motor de 1.3 litros con 100 CV de potencia y otra con un 1.6 de 103 CV.
Exteriormente se los reconocía por sus paragolpes de diseño específico y sus llantas de acero pintadas en color blanco. Sólo se ofrecían con la carrocería pintada en color blanco, rojo, negro, amarillo y azul.
En el plano mecánico, el 106 Rallye utilizaba una evolución del bastidor del Citroën AX y disponía de suspensiones McPherson delanteras y en el eje trasero brazos tirados unidos por barras de torsión. Con tan sólo 825 kilogramos de peso, la diversión estaba asegurada en carreteras de montaña.
Davide ha probado uno de los modelos de la primera serie, es decir los que venían con el 1.3 litros de 100 CV, sin dirección asistida ni frenos ABS. Y le ha gustado mucho.